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Columna de opinión: Enfermedades cardiovasculares y síndrome de fragilidad en personas mayores

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Dr. Eduardo Fuentes, Diego Arauna y Dr. Iván Palomo, integrantes del Centro Interuniversitario de Envejecimiento Saludable (CIES) y del Centro de Investigación en Trombosis de la Universidad de Talca.

Las enfermedades cardiovasculares (ECV), especialmente infarto agudo de miocardio y enfermedad cerebrovascular, son una de las dos principales causas de muerte en Chile y el mundo.

Durante el mes del corazón, es importante destacar la importancia de la prevención de las ECV.   El Ministerio de Salud, especialmente a nivel de atención primaria (Centros de Salud Familiar, CESFAM) desarrolla programas que apuntan a la prevención y reducción de ECV, y sus factores de riesgo.   Estos programas en parte se han centrado en las personas mayores (60 años o más), ya que este grupo etario presenta la mayor prevalencia de este tipo de enfermedades. 

El envejecimiento conlleva una serie de cambios en el organismo, siendo el corazón y los vasos sanguíneos uno de los más afectados. Un envejecimiento no saludable aumenta el riesgo de aparición de enfermedades crónicas y los llamados “factores de riesgo cardiovascular”, como son la obesidad, diabetes, sedentarismo, tabaquismo e hipertensión, entre otros. Asimismo, estas personas mayores con una alta presencia de factores de riesgo cardiovascular y enfermedades crónicas, pueden desarrollar el síndrome de fragilidad.  Este se define como la perdida de la capacidad de respuesta fisiológica a estresores comunes del ambiente y produce un aumento de fracturas, riesgo hospitalización y mortalidad. 

El síndrome de fragilidad ha sido identificado como un factor de riesgo clave para el desarrollo de ECV en personas mayores. Reportes científicos han destacado que las personas frágiles presentan hasta el triple de riesgo de desarrollar ECV que las personas no frágiles. 

La Organización Mundial de la Salud, a través de su guía “Integrated care for older people: guidelines on community-level interventions to manage declines in intrinsic capacity” (ICOPE), ha destacado la importancia de la prevención del síndrome de fragilidad para una disminución de las ECV y garantizar la calidad de vida en personas mayores. Considerando este contexto, investigadores/as de la Universidad de Talca, pertenecientes al Centro Interuniversitario de Envejecimiento Saludable (CIES), han demostrado que personas mayores de la región del Maule poseen una mayor prevalencia de enfermedad coronaria, así como una fuerte asociación con el sobrepeso (índice de masa corporal>25), obesidad abdominal, menor nivel de escolaridad y mayor prevalencia de polifarmacia (consumo de 5 o más fármacos diariamente). Estos estudios refuerzan la idea de que la prevención de las ECV y sus factores de riesgo representan una mejora considerable para la salud y bienestar de las personas mayores. 

Las recomendaciones para prevenir la aparición de ECV son: (a) No fumar, (b) realizar actividad física de al menos 30 minutos al día, (c) dieta rica en frutas, legumbres, cereales integrales y grasas saludables (aceite de oliva), (d) limitar la ingesta de alcohol, sal, azúcar y carbohidratos, (e) mantener un peso saludable, (f) sueño de buena calidad y (g) buen manejo del estrés. Considerando este contexto, se hace un llamado a la población, con especial atención a   las personas mayores, para que integren estas medidas en su rutina diaria, lo cual producirá efectos positivos tanto en su salud como en su calidad de vida.