Columna de opinión del Dr. Emilio Moyano, Dr. en Psicología, integrante de la Línea Temática de Calidad de vida y determinantes sociales del Envejecimiento del CIES y académico de la U. de Talca.
En el Día Mundial de la Inclusión Social y Discriminación Cero que se celebra este 01 de marzo, debemos incluir en Chile al colectivo social de las personas mayores que sufre diferentes tipos de discriminación.
Uno de los principales, es el relativo a las Isapres, y la norma que impide a las personas mayores a cambiarse. Una sociedad que clama y requiere justicia social no debiese permitir este tipo de discriminación abusiva y normativa.
La discriminación por edad -edadismo- afecta a las personas mayores cotidianamente en las interacciones en servicios públicos y trato de los demás. La sociedad debe enseñar a sus niños y jóvenes que al llegar a edad mayor es una evidencia de muchas y notables capacidades de sobrevivencia en sociedades inseguras como la nuestra.
También, que no todas las personas mayores son iguales, tampoco los adultos o los adolescentes. Así, un trato adecuado hacia el adulto mayor debe ser diferenciado como debe ser con personas de cualquier edad: no todas las personas mayores tienen problemas auditivos, bajo nivel educacional o están enfermos y así las nuevas generaciones deben ser enseñadas.
El edadismo puede ser intencionado (Isapres impidiendo cambios, o empresas que no contratan a personas mayores) o no consciente, por ejemplo, referirse a este grupo etario como jubilados, viejos/as, abuelitos/as o en la toma de decisiones familiares y del mundo sanitario o en la administración en que se decide por ellos desconsiderando su criterio y autonomía.
La educación formal podrá hacer mucho por derribar estereotipos, y así, terminar con prejuicios y con las discriminaciones hacia las personas mayores. Eso siempre puede ser acompañado por campañas locales o nacionales pro-ciudades amables con las personas mayores.